ANONADADOS:
Como
un poderoso golpe de la mano enguantada de un campeón de boxeo, recibido en la
mitad de la cara que nos ha dejado noqueados, prácticamente en estado de coma y
a punto de desfallecer totalmente, camino a la sala de emergencia, escuchando
gritos y sirenas por todas partes, corriendo a la par de nuestra camilla muchísima
gente (también impactada) y con muy pocas esperanzas de salir de tan delicada
situación, así nos ha dejado la conferencia de prensa dictada por la Fiscal
General Thelma Aldana, el Comisionado de la CICIG Iván Velásquez y en la que
tuvo participación también el Ministro de Gobernación y que ha terminado unos
minutos antes de escribir la presente columna.
Todavía nos preguntamos ¿Cómo es
posible tanta desvergüenza? ¿Cómo es posible que gente en la que confió una
exagerada cantidad de guatemaltecos hayan sido tan perversos, tan infames y tan
ladrones?
Es que no son millones de quetzales
los que se embolsaron (y siguen embolsándose aunque estén presos); son millones
de dólares de los Estados Unidos que, obviamente, hay que multiplicar por 7.80
para saber la magnitud del negocio sucio. Es que no puede uno menos que pensar
en la enorme cantidad de gente que estos infames han dejado sin comida, sin
educación, sin medicinas, sin atención
hospitalaria; muriéndose prácticamente de abandono, mientras ellos se embuchaban,
compraban propiedades, vehículos de tierra, mar y aire, sacaban cantidades
millonarias de dinero estadounidense para depositarlo en paraísos fiscales (a
la espera de la “dolce vida” en un futuro cercano) que también les redituaría,
en comisiones, una cantidad monetaria nada despreciable.
En este momento, yo pienso en ellos
con total y absoluto desprecio y me compadezco de aquellos seguidores suyos
que, honradamente, pensaron que ellos eran la solución de los muchísimos
problemas de Guatemala; esta gente honrada que los siguió, al enterare de
tantísima porquería, ¿Podrán confiar en alguien más en el futuro?
Exactamente lo mismo les va a
ocurrir a aquellos que siguieron a supuestos “líderes” con patas de barro que,
en los distintos departamentos y municipios de la República, se han convertido
también en los “paradigmas” de la total corrupción en la que ha caído, casi
totalmente, el sistema político nacional. Hay once alcaldes señalados, ocho
“dipucacos” a punto de ser antejuiciados y
en “la sala de espera”, una enorme cantidad de corruptos que se han
enriquecido ilícitamente a costa del dolor, la sangre, el sufrimiento y la
muerte de los guatemaltecos más desposeídos. No es que les queramos desear el
mal; es que deseamos que todo el peso de la ley y la justicia caiga,
inmisericordemente, sobre ellos.
Creo que habrá
que convertir, el edificio del Congreso de la República y algunas alcaldías, en
cárceles de máxima seguridad; en las penitenciarías existentes ya no caben,
además de que los actuales internos, no los querrán de compañía.
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