DONACIONES:
Principalmente por la crisis hospitalaria que ha
surgido a nivel nacional durante los últimos meses, ha surgido entre muchos guatemaltecos
de buen corazón, la necesidad imperiosa de hacer algo en beneficio de las
personas más pobres y necesitadas que, precisamente por su falta de recursos
económicos acuden en busca de auxilio a esos centros de atención médica.
Esperamos que quienes hacen este trabajo honorablemente tengan mucho éxito.
Pero
la crisis ha sido de tal magnitud que los médicos de muchos de esos hospitales
han decretado el cierre de la consulta externa porque, afirman, no tener ni
siquiera los insumos básicos y los medicamentos pertinentes para una atención
mínima a incluso fiebre provocada por un resfrío que, en estos tiempos, es lo
más común y quizá lo más económico y fácil de tratar; sin embargo, los médicos,
dicen que ni siquiera eso pueden atender.
Y
ante declaraciones del jefe de la cartera del Ministerio de Salud que asegura
que recursos económicos mínimos necesarios ya fueron situados en los
hospitales, no podría esperarse otra cosa que una conflagración entre unos y
otros; un choque que llega al extremo de que unos piden la destitución del
funcionario y lo declaran “non grato”.
Y
así es como se pierde la dimensión y deja de tener sentido lo principal y el
meollo del asuntoque es, precisamente, la atención médica de los pacientes que
no saben de política hospitalaria ni de negocios turbios; pacientes
eminentemente pobres o en la lipidia y la miseria que lo único que piden es que
se les atienda con lo que el Estado tiene la obligación constitucional de hacer
por ellos: brindarles protección a ellos y a su familia, garantizarles su vida
a costa de lo que sea.
En
esta hora de tantísima necesidad no podemos perdernos en disputas inútiles y
tontas que no hacen más que demorar el cumplimiento del deber que cada uno de
los trabajadores del Estado tiene; a la gente común y corriente le importa un
comino quien gane “el pulso” en el cual se han enfrascado. ¡Salud y vida para
la gente!; esa debiera ser la consigna tanto para médicos y funcionarios que,
como un solo hombre desinteresado, tendrían que recordar en este preciso
momento, el juramento hipocrático que, en el mejor momento de su carrera,
pronunciaron.
Parodiando
al Presidente de la República: hay momentos en la vida de una persona
necesitada de tratamiento médico que, si no existen insumos y medicinas para su
tratamiento, son como un bálsamo de sanación, las palabras amables, las
palmaditas en la espalda y “un papelito” que le extienda un auténtico
profesional de la medicina que tiene que saber que algunas enfermedades existen
solo en la mente de los pacientes o bien, las buenas maneras de los médicos,
inician el proceso de curación.
Son
cuestiones del alma humana que el Presidente Maldonado entiende de maravilla
pero que médicos que se burlaron de él no comprenden ni lo sabrán jamás en su
vida profesional. ¡Qué lástima!
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