PETICIONES:

 A nivel nacional e internacional siguen las peticiones de parte de diferentes grupos que se han unido a los organizadores originales de las concentraciones de los sábados, principalmente, que afortunadamente han seguido un orden y una disciplina envidiables; como no todo es perfecto y tal como ya lo afirmamos, las infiltraciones, los sabotajes y demás lacras, se hacen presentes cada vez con más incidia, logrando que el número de participantes sea cada vez menor.

            Las peticiones sin embargo continúan encaminadas a 1) El combate frontal contra la corrupción; 2) La renuncia de Otto Pérez Molina que perdió poder, legitimidad y simpatía. 3) Cambios estructurales en leyes señaladas pero principalmente en la Ley Electoral; 4) Demora o clausura del proceso electoral; 5) Disolución de los vehículos electoreros causantes de la podredumbre en la cual nos encontramos; 6) Renuncia de los diputados corruptos y re-cambio en el Organismo Judicial, entre otras.

            Pero existe algo que me llama la atención y que no se enuncia en estas demandas y es la revocatoria del mandato de alcaldes, diputados, vice-presidente y presidente de la República y esto es algo que no debiera faltar dentro de las reformas a las leyes electorales.

            Creo que en toda nación más o menos civilizada, debiera existir la disposición de que el pueblo, mediante mecanismos absolutamente democráticos, tengan la potestad de revocar el mandato de cualquier funcionario que no esté cumpliendo con los deberes para los cuales fue electo o que, en su caso, efectúe negocios interesados, privados y muy lucrativos de índole ilegal, que sirvan para incrementar su peculio personal; o sea, quien quiera que sea, que principie a manejar actos reñidos con la ley, debiera ser inmediatamente expulsado por corrupto, mediante este mecanismo democrático de revocatoria de mandato; esta es una reforma que, a la par de la no reelección por más de un período en caso de diputados y munícipes elegidos por su honorabilidad y preparación, debe existir ineludiblemente.

            Y como decía Raúl Velasco: “aún hay más”, pero nos lo guardamos para una nueva oportunidad.