CAMPAÑA CUESTIONABLE:
El
embarazo en niñas y adolescentes en Guatemala está determinado por violencia
sexual, es un problema de salud pública y vulnera los derechos humanos de ese
sector poblacional; provoca serias consecuencias físicas, mentales y sociales,
así como que deja serias consecuencias y graves secuelas para la vida ulterior
de estas pequeñas féminas.
En el año 2,011, luego de un estudio
serio, se dijo que había en Guatemala 50,000 niñas y adolescentes embarazadas,
que este problema se incrementa a la par de la deserción escolar, la
desintegración familiar y otros conflictos sociales importantes. Cuatro años
después, sin que exista una evaluación confiable, se afirma que ese número ha
subido a unas 70,000 niñas y adolescentes embarazadas para el 2,014.
Como vemos el problema no es de
ahora; se conoce desde años atrás y de acuerdo con lo que sabemos, el Ejecutivo
no ha iniciado una campaña responsable, desde el punto de vista de la educación
sexual, para que en el entorno familiar, la escuela, las iglesias,
organizaciones sociales y allá donde sea posible el contacto directo con las
familias, con énfasis en la niñez y la adolescencia, se produzca con suficiente
profesionalismo y planificación inteligente, un proceso educativo que dé como
consecuencia, el respeto que debe existir por su propio cuerpo.
Según se ve, ni padres de familia ni
maestros, están asumiendo la responsabilidad que le corresponde a cada uno para
lograr el conocimiento perfecto entre niños y adolescentes, de que ese cuerpo,
inmaduro todavía es el templo del alma, del espíritu y de la mente, de manera
que se entienda y estén persuadidos que no pueden utilizarlo como un vil trapo
sucio que cualquiera pueda utilizar según se le da la gana; tampoco se procede
con responsabilidad a la investigación y en su caso, al castigo de aquellos
individuos y grupos que se dedican al negocio de la trata de personas menores y
en algunos casos, hasta la venta de chiquillas para dedicarlas a la
prostitución. Estas son deficiencias terribles del Estado, porque prácticamente
abandonamos a su suerte a quienes tanto necesitan de adultos dignos y
responsables. Muchas veces escuchamos
gritos de auxilio y solo en algunos casos los únicos que responden sin mucha
fuerza jurisdiccional, son los integrantes de la Procuraduría de los Derechos
Humanos, mientras el Ejecutivo y el Organismo Judicial, hacen lo mismo que los
“tres monos sabios”: No oigo, no veo, no hablo y además NO ACTÚO.
Esta semana, con mucha desazón, desilusión
y vergüenza ajena, vemos como a través de algunos medios de comunicación, que
se anuncia con bombos y platillos la entrega, totalmente gratis (no podía ser
de otra manera), por parte de un grupo cuyo nombre no queremos ni recordar, de
ochenta mil preservativos (condones) con el objeto, según afirman ellos, de
evitar embarazos y contagio de enfermedades de transmisión sexual
(principalmente sida), entre integrantes de ese vulnerable sector social de
Guatemala al cual hacemos referencia.
Según nuestra apreciación, probablemente exagerada, es tanto como
decirles, “vayan y hagan con su cuerpo lo que quieran, húndanse en la
promiscuidad, tiren al carajo los valores y principios morales que posiblemente
sus padres y maestros les enseñaron, olvídense de que su cuerpo es un templo y
por lo tanto deberían respetarlo; entréguense por treinta monedas o por vicio,
pero usen su condón para evitar embarazos o contagios perniciosos; no es cien
por ciento seguro pero a lo mejor a Uds. no les toca la bolita negra (esta
advertencia seguramente la omiten); ¡vayan, prostitúyanse! Conviertan Guatemala
en un lupanar gigantesco que aquí, eso a
nadie le importa.
Disculpen;
yo pertenezco a una generación que se está agotando a pasos de gigante, dentro
de la cual padres de familia y maestros luchamos a brazo partido para que no se
perdiera la moral y la decencia en todos los aspectos y tratamos de inculcar, a
hijos y educandos, lo mejor de nosotros mismos, de la familia y la sociedad;
dentro de esas enseñanzas jamás tuvo cabida el relajamiento sexual y la
promiscuidad; el respeto absoluto a todo y a todos, fue la norma; por eso veo
con tanta desesperación que se traten
estas cosas con tanta improvisación y desconocimiento.
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