domingo, 15 de febrero de 2015

CAMPAÑA CUESTIONABLE:

El embarazo en niñas y adolescentes en Guatemala está determinado por violencia sexual, es un problema de salud pública y vulnera los derechos humanos de ese sector poblacional; provoca serias consecuencias físicas, mentales y sociales, así como que deja serias consecuencias y graves secuelas para la vida ulterior de estas pequeñas féminas.
            En el año 2,011, luego de un estudio serio, se dijo que había en Guatemala 50,000 niñas y adolescentes embarazadas, que este problema se incrementa a la par de la deserción escolar, la desintegración familiar y otros conflictos sociales importantes. Cuatro años después, sin que exista una evaluación confiable, se afirma que ese número ha subido a unas 70,000 niñas y adolescentes embarazadas para el 2,014.
            Como vemos el problema no es de ahora; se conoce desde años atrás y de acuerdo con lo que sabemos, el Ejecutivo no ha iniciado una campaña responsable, desde el punto de vista de la educación sexual, para que en el entorno familiar, la escuela, las iglesias, organizaciones sociales y allá donde sea posible el contacto directo con las familias, con énfasis en la niñez y la adolescencia, se produzca con suficiente profesionalismo y planificación inteligente, un proceso educativo que dé como consecuencia, el respeto que debe existir  por su propio cuerpo.
            Según se ve, ni padres de familia ni maestros, están asumiendo la responsabilidad que le corresponde a cada uno para lograr el conocimiento perfecto entre niños y adolescentes, de que ese cuerpo, inmaduro todavía es el templo del alma, del espíritu y de la mente, de manera que se entienda y estén persuadidos que no pueden utilizarlo como un vil trapo sucio que cualquiera pueda utilizar según se le da la gana; tampoco se procede con responsabilidad a la investigación y en su caso, al castigo de aquellos individuos y grupos que se dedican al negocio de la trata de personas menores y en algunos casos, hasta la venta de chiquillas para dedicarlas a la prostitución. Estas son deficiencias terribles del Estado, porque prácticamente abandonamos a su suerte a quienes tanto necesitan de adultos dignos y responsables.  Muchas veces escuchamos gritos de auxilio y solo en algunos casos los únicos que responden sin mucha fuerza jurisdiccional, son los integrantes de la Procuraduría de los Derechos Humanos, mientras el Ejecutivo y el Organismo Judicial, hacen lo mismo que los “tres monos sabios”: No oigo, no veo, no hablo y además NO ACTÚO.
            Esta semana, con mucha desazón, desilusión y vergüenza ajena, vemos como a través de algunos medios de comunicación, que se anuncia con bombos y platillos la entrega, totalmente gratis (no podía ser de otra manera), por parte de un grupo cuyo nombre no queremos ni recordar, de ochenta mil preservativos (condones) con el objeto, según afirman ellos, de evitar embarazos y contagio de enfermedades de transmisión sexual (principalmente sida), entre integrantes de ese vulnerable sector social de Guatemala al cual hacemos referencia.
Según nuestra apreciación, probablemente exagerada, es tanto como decirles, “vayan y hagan con su cuerpo lo que quieran, húndanse en la promiscuidad, tiren al carajo los valores y principios morales que posiblemente sus padres y maestros les enseñaron, olvídense de que su cuerpo es un templo y por lo tanto deberían respetarlo; entréguense por treinta monedas o por vicio, pero usen su condón para evitar embarazos o contagios perniciosos; no es cien por ciento seguro pero a lo mejor a Uds. no les toca la bolita negra (esta advertencia seguramente la omiten); ¡vayan, prostitúyanse! Conviertan Guatemala en un lupanar gigantesco que aquí,  eso a nadie le importa.

            Disculpen; yo pertenezco a una generación que se está agotando a pasos de gigante, dentro de la cual padres de familia y maestros luchamos a brazo partido para que no se perdiera la moral y la decencia en todos los aspectos y tratamos de inculcar, a hijos y educandos, lo mejor de nosotros mismos, de la familia y la sociedad; dentro de esas enseñanzas jamás tuvo cabida el relajamiento sexual y la promiscuidad; el respeto absoluto a todo y a todos, fue la norma; por eso veo con tanta desesperación  que se traten estas cosas con tanta improvisación y desconocimiento. 

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