PERCEPCIÓN:
No
utilizamos mucho esta palabra pero quizás sea una de las más importantes por la
acción o actitud que describe y que nosotros adoptamos en momentos, tal vez,
trascendentales de nuestra vida.
Pero ¿Qué quiere decir exactamente “percepción”? Es
recibir por uno de nuestros sentidos, las imágenes, sensaciones o impresiones
externas; es también comprender o conocer una cosa. Pero es también la
sensación interior que nos queda de una impresión externa: cómo la entendemos y
cómo nos sentimos por ello.
Veamos: Si me encuentro con
una dama, otrora muy amable y cariñosa conmigo y lejos de saludarme me mira con
desprecio o indiferencia, me quedaré con la percepción de que en algo le fallé,
que la ofendí, que le hablaron mal de mí, en fin, obtendré muchas conclusiones
de apenas “una mala mirada”. Si algún elemento de la PNC, PMT o el Ejército,
comete una arbitrariedad en contra de una persona, hombre o mujer, la
percepción del público será que la institución es mala. Lo mismo ocurre cuando
un ministro religioso se comporta inadecuadamente, en cualquier sentido;
pensaremos que la organización a la que pertenece, no vale la pena. Cuando una
persona con un puesto público más o menos importante, comete actos de
corrupción, obtendremos la idea de que todo el sector público es corrupto y
deficiente.
Así de importante es la
percepción y por eso nos ocupamos de ella el día de hoy; probablemente nos
mueve el hecho de que, empleados públicos y privados debieran, todos los días
del año, con sus actitudes positivas, lanzar a la comunidad en la cual se
desenvuelven, un mensaje altamente positivo de su mística de trabajo y de que
veamos y sintamos que su único deseo, es servir de la manera más adecuada a quienes
requieren de su generosidad y amabilidad en el desempeño de su labor; obtendrán
a cambio de ello, una alta calificación en la percepción popular.
Otro “gallo cantará” si nuestra actitud es prepotente,
abusiva y altanera; si vamos por el mundo luciendo un uniforme (por ejemplo) y
nos valemos de ello para fastidiar a quien se nos ponga enfrente; la “mala
vibra” que con esta actitud emitimos, alcanzará a la institución que
representamos en general y a nuestro jefe en particular. Si hemos estado de
vacaciones por largo tiempo y a pocos días del re-inicio de actividades, decidimos
manifestar públicamente en apoyo de impuestos que, obviamente, causarán daño
económico a la población en general y a nosotros mismos, la percepción del
pueblo no podrá ser otra que el rechazo total a semejante barbaridad, al
movimiento y a cada uno de los participantes en particular.
Antes de cualquier actitud que tomemos, debemos pensar en
que será motivo de análisis exhaustivo, en la mayoría de los casos en silencio,
pero que siempre tendrá consecuencias en el corto, mediano o largo plazo.
Porque los salarios todos, principalmente los de las instituciones públicas,
los paga el pueblo por medio de los impuestos legalizados.
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